La cuestión suele ser más o menos así: después de pocos o muchos intentos, con la primera orina femenina de la mañana aparece la famosa frase que dice “dos rayas embarazo, una raya un simple retraso”, luego la llamada al obstetra, la orden para un examen de sangre y una consulta médica de control. A partir de allí, comienza un camino sin retorno en el cual el sexo nunca volverá a ser de a dos sino, por lo menos, de a tres.
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