Mi primer recuerdo olímpico es una tele en blanco y negro y, en uno de sus ángulos, un atleta con camiseta oscura que pugnaba por alcanzar a unos que iban delante mientras mis padres (debía ser domingo, mi padre estaba en casa) decían "ay que pena. No puede" Me dijeron que era Mariano Haro, "el mejor corredor de España". Con el tiempo me enteré que había sido cuarto y que eso eran la final de los 10.000 metros de Munich 72.
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