Científicos de la Universidad de Atenas (Grecia) demostraron en un estudio reciente que comer rápido, en comparación con hacerlo lentamente, reduce la segregación de unas hormonas en el intestino que provocan la sensación de estar “lleno”. La reducción de dichas hormonas nos llevaría a comer en exceso y, por lo tanto, a engordar.
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