Trabajan entre 14 y 18 horas. Tienen 15 minutos para comer y cuatro
horas para dormir en cuchitriles situados en las mismas fábricas. Al
anochecer, las trabajadoras son registradas para comprobar que no han
robado nada. Con sus puertas de metal y sus barrotes en las ventanas,
estos talleres parecen más un cuartel militar. Así es como los chinos
son competitivos.
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