Tawny Willoughby tenía una obsesión:
quería verse espléndida todo el tiempo, todo el año, sin importar si el
sol estuviera oculto tras las nubes, sin esperar al verano y sin fijarse
si era de noche o de día. Con menos de 21 años, Tawny hacía lo posible
para que su piel se viera dorada los 365 días. Para ello pasaba horas
dentro de las camas solares.
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