Ese pulso de los hispanoamericanos de sacarle fiesta a la tragedia hace que el Día de los Santos Inocentes, que conmemora la supuesta matanza de todos los niños menores de dos años nacidos en Belén, ordenada por el rey Herodes con el fin de deshacerse del recién nacido Jesús de Nazaret, sea un día de bromas, algunas pesadas y otras no tanto.
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