Todos nos hemos sentido impacientes alguna vez. Tal
vez mientras esperamos un autobús que llegaba con retraso, o cuando un
bebé no dejaba de llorar (y nada lograba traquilizarlo), o quizás aquel
día que esperamos durante lo que pareció una eternidad en la fila del
supermercado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario