La tiranía de los gadgets es una de las más indoblegables de la vida
contemporánea. Su presencia casi ubicua, en todo tiempo y lugar, los ha
convertido en una suerte de intermediarios entre la vida personal y la
real, entre el individuo y el mundo en el que vive, una aduana por la
cual parece obligado pasar todas las relaciones que se establecen en la
cotidianeidad.
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