Caminan con pasos largos y rápidos.
Miran a todos lados y en sus rostros hay miedo. Solo se detienen a
contemplar la vidriera de la joyería Esedra que ya no está iluminada y
no muestra los anillos de compromiso, zarcillos y cadenas de oro que
antes exhibía. Todo está oscuro y al lado, la tienda de ropa de
caballeros, Fabrizio, tiene pegado un cartel que dice: Cerrado por
duelo.
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