Tenía 35 años y a los ojos de sus paisanos era un “guajiro
excelso”. Eduardo Pinto Viloria, oriundo del poblado de Remedios, era de
una familia de activistas políticos. Él no siguió esos pasos; prefirió
atender el llamado que le hiciera la medicina. Su muerte la lamenta la
costa atlántica colombiana. Las investigaciones y capturas logradas
tienen sorprendidas a Barranquilla, Maicao y Riohacha.
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