Viajan de ocho a dieciséis horas en
carro. Acomodan cajas de dinero en escondites dentro del vehículo.
Comparten consejos en grupos de Whatsapp para sortear sin peligro las
alcabalas de la zona. Han aprendido a ser desconfiadas, a no hacer
transferencias en la frontera, a llegar sólo con gente conocida. Saben
lo que quieren: una cirugía plástica. Por eso cruzan a Venezuela desde
el norte de Brasil.
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