A finales de los años 80 y principios de los 90, cuando aún dictaba líneas en el desaparecido CONAC (Concejo Nacional de la Cultura) lo mas rancio de la contracultura adeco-copeyana y recogía migajas, allí también, la izquierda “culturosa” y “comeflor”, comienza a fortalecerse el proceso cultural que había nacido en los años 70 bajo el plomo y la bala de Rafael Caldera, y de Carlos Andrés Pérez, (ambos, hoy rindiendo cuentas en el Averno por sus crímenes) en las calles y barrios de la Venezuela combatiente.
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