En tiempos de revolución, las prostitutas, exhibicionistas, vedettes,
bailarinas exóticas, mujeres u hombres que por decisión propia escojan
trabajar con su cuerpo, deberían obtener legalidad y seguridad social,
para que el suyo se constituya como un empleo cualquiera, pero sin
trata, chulos, ni maltrato.
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